[:es]¿Leer un libro sobre míticas criaturas marinas o hacer una hoja de problemas aritméticos? ¿Qué escogerías? La ciencia avanza, la educación progresa, los profesores están teniendo #MásTiempoParaEducar… y los niños continúan odiando las matemáticas. Pero la culpa no es de las matemáticas sino de cómo nos las enseñaron.
Memorizar reglas – “lo que haces al dígito superior de una fracción, afecta al número inferior” – que se encriptan en nuestro cerebro para el examen del día siguiente. Rimas vanas, acrónimos y datos matemáticos que podrían convertirse en algo aburrido y estresante al mismo tiempo.
La enseñanza de las matemáticas se ha mejorado con el tiempo, pero tampoco tanto y varía según el país, ciudad y profesor. Mientras en una sala de 3er año, los estudiantes juegan a las matemáticas, construyen cosas y debaten hipótesis, en la puerta del lado, otros estudiantes recitan reglas y responsablemente resuelven largas columnas de problemas como contadores menores de edad.
Ser un buen profesor de matemáticas no es tarea fácil, sin embargo, distintas estrategias nos pueden ayudar para seguir en esa dirección. Justin Minkel, profesor de 1er y 2do año en la Jones Elementary, una escuela con estudiantes en riesgo social en Springdale (Arkansas, Estados Unidos) donde el 85% de sus estudiantes están aprendiendo inglés, señala que la clave es regresar a algunos principios que hacen a las matemáticas vibrantes, creativas, significativas y entretenidas. Aquí están sus tres mejores consejos.
1. Hacer que los niños construyan cosas
Los estudiantes pueden crear la tabla de multiplicación en vez que memorizarla, averiguando qué matrices pueden hacer productos como el 12 (2×6, 3×4, 1×12). Los estudiantes pueden ver que un número al cuadrado (4, 9, 16) es un cuadrado real. Ellos podrán lograr que tanto 3X4 como 4×3 tengan 12 cuadros, pero se rota la matriz cuando se cambian los factores.
Pídeles que doblen papeles para hacer sus propias tiras de fracciones, de modo que comprendan que hay dos mitades de un todo y que mientras más cortes un pedazo de papel, más pequeñas serán sus partes – lo cual les ayudaría a entender la disonancia que sienten cuando 1/12 es mucho menor que 1/3, aunque 12 sea un número mayor que 3.
Pueden aplicar medidas y geometría a simulaciones de ingeniería, a través de desafíos de diseño para hacer un paracaídas para una gomita dulce de oso o construir la torre más alta, más estable y más simétrica posible con cintas y sorbetes (bombillas, pajitas). Las matemáticas deben implicar creatividad, trabajo en equipo, prueba y error… y cantidades absurdas de cinta adhesiva (menos de lo que se cree).
2. Jugar pero con anotaciones.
La mayor diferencia que Justin Minkel ve entre los juegos que mejoran la comprensión y los juegos que no tienen que ver con los materiales, o incluso el juego en sí, es el tipo de notación matemática que los niños están haciendo. Cuenta que sus alumnos de 1er grado juegan Snap It con barras de cubos Unifix para ver la propiedad conmutativa de la suma o para sentir todas las formas de descomponerse 10. Cada vez que rompen la varilla, escriben la ecuación. Cuando contamos colecciones cada viernes, los niños cuentan sus conchas, dinosaurios de juguete u ojos saltones por cinco y diez, pero también registran la suma repetida involucrada en ese conteo.
3. Enseña a niños pequeños a descomponer números
Los estudiantes deben sentirse cómodos con la idea de que los números son cantidades flexibles, no cantidades fijas. Deben descomponer o separar los números para que sea más fácil trabajar con ellos. Casi todas las semanas, Justin hace que los niños giren alrededor de la sala en equipos de tres a varias pizarras blancas, cada una con un número escrito en la parte superior: 10, 25, 100, y así sucesivamente. En sus equipos, los niños descomponen el número de tantas formas como pueden antes de que sea hora de rotar a la siguiente estación.
- 20 + 5 = 25 y 5 + 20 = 25. Revisamos de nuevo la conjetura de clase que surgió durante la primera semana de clases: puedes voltear los números cuando agregas y obtener el mismo total (la propiedad conmutativa de la suma).
- 2 + 5 = 25 y 10 + 10 + 5 = 25. Discutimos el hecho de que 2 + 5 es en realidad 7, porque el número 2 en 25 es realmente 20, como lo muestra la segunda ecuación.
- 25 + 0 = 25. Esta era una manera fácil de volver a visitar la propiedad de identidad aditiva (o “regla cero” en sus palabras) y fue acompañada de la lectura de este libro.
Rompiendo el ciclo de “malas matemáticas”
Tendemos a enseñar de la misma forma en que nos enseñaron, de la misma manera que las madres y los papás a menudo recrean nuestra propia infancia cuando se trata de la forma en que criamos a nuestros hijos. Y no hay nada de malo si no eres bueno en matemáticas cuando estás en la escuela. Está bien si por lo general has enseñado con hojas de trabajo, libros de texto y reglas memorizadas. Pero podemos romper ese mal patrón.Tratemos de llenar las horas de matemática de nuestros estudiantes con tanto color, construcción, significado, pensamiento profundo y experiencias sensoriales tanto como sea posible. Necesitarán matemáticas durante toda su vida, incluso si nunca experimentan ejemplos de cómo equilibrar un talonario de cheques o asegurarse de que no les hagan trampa en el cambio que reciben en una tienda.
Todos utilizamos el razonamiento lógico, el pensamiento espacial y los conceptos de número, ya sea reorganizando los muebles de nuestra sala de estar, comprando para una cena o decidiendo si pagar los 55 centavos adicionales por un latte en lugar de un mocha grande en una mañana somnolienta de lunes. Nuestros estudiantes necesitan ver, sentir y entender las matemáticas en un nivel físico e intuitivo. Tratemos de darles ese regalo que a muchos de nosotros se nos negó.
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